lunes, enero 21, 2008

Lo mismo de siempre

La semana pasada me quedé entusiasmado con un documental en La 2. Hacía tiempo que la segunda cadena no me enganchaba tanto en la sobremesa, pero el del otro día era un documental muy interesante. Se titulaba algo así como 'Nómadas del cielo' y explicaba las migraciones de las aves desde la Europa fría de los países escandinavos y bálticos hasta el cálido Mediterráneo a una y otra orilla del Estrecho de Gibraltar: gansos, patos, grullas, estorninos y palomas torcaces. El reportaje era ciertamente espectacular por las imágenes de aves en pleno vuelo (en algunos casos con 'ayuda' informática) y porque me hizo recrear mentalmente la fiesta que debe de ser la Francia central cuando, a principios del otoño, confluyen en ella los millones de pájaros en busca del cálido sol. Todo muy bucólico e interesante... hasta que los guionistas del reportaje cayeron en el mismo error y el mismo tópico de siempre.
La voz en off decía algo así como que las palomas torcaces, unas aves valientes que desafían los vientos y las distancias, encuentran en su recorrido nómada un gran obstáculo: los Pirineos. Cruzarlos es una hazaña, porque pueden morir en el intento. Y entonces se escucha un disparo. "Los cazadores". La música melódica que acompañó todo el documental cambia de manera repentina por algo así como la banda sonora de una película de suspense con detonaciones de fondo, disparos contra palomas que vuelan en grupo y en círculo, subiendo para coger altura mientras se convierten en un pim, pam, pum fácil de abatir. Cae una, y otra, y otra...
Esta imagen distorsionada de la caza y los cazadores es aún peor cuando se presenta a las aves humanizadas, como animales que piensan, razonan y hablan, como la garza que cuenta a los espectadores -a ella corresponde la voz en off- el recorrido que hacen ella y toda su familia desde que parten de Finlandia hasta Doñana.
La misma verdad de siempre: los cazadores son unos asesinos y los animales hablan.

miércoles, enero 09, 2008

Sarkozy, el listo

A un político se le conoce por las suelas de sus zapatos. Y Nicolás Sarkozy, el presidente de la República Francesa, las debe de tener bien gastadas de patearse la vida. Sabe lo que piensa la gente, lo que quiere la gente, lo que necesita la gente. Empezó prometiendo en el programa electoral que obligaría a los alumnos a ponerse de pie en clase a la entrada del profesor, para poner pie en pared a la creciente falta de autoridad instalada en la docencia; siguió diciendo que no todo el mundo puede caber en un país así porque sí, con la ventaja de ser hijo de inmigrante al que sólo un osado se atrevería a llamar xenófobo, y acabó volando a Chad para rescatar a las azafatas españolas detenidas, como un supermán vestido de etiqueta. Por cierto, que es más listo que el hambre y desvela ahora que ZP y Prodi le han planteado posibles expulsiones masivas de inmigrantes, salvando así su pellejo por adelantado. Ahora, Sarkozy, nos dice que "la caza es verde" y servidor se alegra porque ese mismo es el lema de nuestro frontispicio. Pueden seguir el pasillo de club-caza y abrir otra puerta, la de 'Diario de Caza', y ahí leerán lo que dice el presidente de los franceses sobre la caza. Inteligencia. La diferencia entre Sarkozy y cualquiera de los que nos gobiernan es que al francés le trae al pairo lo que le digan los ecologistas. Hace lo que considera conveniente para su país y no es que no ceda a ningún chantaje, es que a uno le da la impresión de que no hay ningún listillo allende los Pirineos al que le pase por la mente intentar chantajear a Sarkozy. El listo es él. Y sabe mejor que nadie que a la caza hay que tenerla de parte, y nunca en contra. A ver si aquí empezamos a darnos cuenta de que la cacería no es cosa de ricos, pijos ni priveligiados, sino del pueblo. Ojalá nuestros políticos se atrevan e intenten descubrirlo.