miércoles, octubre 25, 2006

Mitrofán

Hace unos años, en un cajón de libros de saldo en un gran centro comercial de Sevilla, encontré casi regalado Novela de caza, del alemán Horst Stern. La obra es un relato reflexivo, por momentos filosófico, sobre la caza, los sentimientos del cazador y los pensamientos y miedos de un oso salvaje en el Este de Europa, un trofeo extraordinario que lucha por la supervivencia, aunque condenado a ser abatido en un hábitat que el progreso industrial modifica a ritmo galopante, para el desconcierto del animal. Interpreté el libro como una reflexión entre el bien y el mal en la caza, el bueno y el malo, la ética del cazador. Y por ello recomiendo su lectura a todo interesado en esta apasionante dicotomía.
Nada tiene que ver este oso del libro con Mitrofán, el que, según ha denunciado un funcionario ruso del Departamento para la Protección y Fomento de los Recursos Cinegéticos de la región de Vólogda, habría abatido el Rey Juan Carlos en una cacería en Rusia a finales de agosto. La Casa Real ha desmentido la información, según la cual el oso había sido criado en cautividad -los animales salvajes no tienen nombre-, estaba amaestrado y había sido emborrachado a base de vodka y miel para facilitar su caza, por decir algo.
El funcionario denunciante, Serguei Starostin, ha precisado que no pretende atacar al Rey, porque éste desconocía el amaño de la cacería, sino que su objetivo es dejar con las vergüenzas al aire a los ideólogos de la trampa, que por lo visto es más que frecuente en la zona, y no sólo con osos sino con otros animales supuestamente salvajes.
De ser cierto todo esto, el Rey habría caído en una trampa inaceptable que debe de tener algún responsable en España, porque alguien le debió de buscar la cacería y organizarle el viaje. Si existe este alguien, que dimita y, si no existe... ¿pueden dimitir los reyes?

miércoles, octubre 11, 2006

Conejos y perdices a millones

O a espuertas, que se diría en mi pueblo. Los censos de la Junta de Andalucía revelan que en el territorio andaluz habitan 6,2 millones de conejos y 4,4 millones de perdices. Los recuentos se realizaron en el mes de julio, tomando muestras aleatorias en cada una de las 23 áreas cinegéticas que delimita el Plan Andaluz de Caza. La Consejería de Medio Ambiente interpreta los datos con optimismo y afirma que revelan una "recuperación global" de las especies de caza menor. La comarca de Los Pedroches, la más septentrional de Andalucía, es la que presenta mayor densidad de conejos. Pero en términos generales, la Campiña de Cádiz es la zona con mayor densidad de especies: en concreto, la segunda con mayor densidad de conejos (159 por kilómetro cuadrado) y la que disfruta de mayor densidad de perdices, con la espectacular cifra de 312 pájaros por kilómetros cuadrado. El Valle del Guadalquivir, las estribaciones subbéticas entre Cádiz y Sevilla, la Depresión de Granada y Sierra Morena gozan de buenas perspectivas. Por el contrario, la situación de las especies de caza menor es deprimente en las comarcas de Baza, Filabres, Santa María y Estancias, las Sierras de Cazorla y la Subbética cordobesa.
La situación es esperanzadora. Ahora sólo falta que llueva para que se consolide la tendencia. Ojalá sea así.
(Más información en EL MUNDO de Andalucía del domingo 8 de octubre).

jueves, octubre 05, 2006

La Blaqui (y II)

Antonio, con esa sabiduría adquirida después de tantos años detrás de los pájaros en la sierra, siempre en la sierra, me leyó el pensamiento: "Asómate a ese tajo, que de ahí abajo siempre se arranca alguna". Claro que luego, cuando escuchó el disparo, pensó que el jodido niño se estaba quedando con él: "Antonio, si no fuera porque ha seguido volando hasta que la he perdido de vista, diría que va tocada". "Este puñetero chiquillo -debió de pensar él- me quiere tomar el pelo". Y no le faltaban motivos, porque llevábamos toda la mañana pateándonos el campo sin haber visto ni pelo ni pluma. Sacamos el bocadillo y yo seguía convenciéndolo de que, como él me advirtió, una perdiz se arrancó desde el pie del tajo, muy larga, que la tiré al tuntún y que hizo un raro escorzo en el aire, como dándose media vuelta, para seguir volando y perderse abajo, entre los olivos. Que sí, que no, que la madre que te parió niño, que no te burles de mí... "Oye, ¿y la perra? ¿Dónde se ha metido la Blaqui?".
Admito que el final de la historia es el previsible, pero no me resisto a contarla. Me volví a asomar al tajo y vi un puntillo negro moverse entre los olivos. Premio: la perra. ¿Y qué traía en la boca? Premio: el pájaro.
Realmente fue aquel día cuando la perra se quitó la etiqueta de El Corte Inglés. Y desde entonces no paró... de parar, se entiende. Lo más curioso, por extraordinario, cuando aquella mañana de octubre paró una liebre en el pie de un olivo en Bobadilla. Paco, Ignacio y yo viéndolas a las dos, a la perra y a la liebre, que no se atrevía a saltar porque nos veía con sus ojos saltones demasiado cerca de ella. El animal no debió de percatarse de que detrás estaba la Blaqui y la dejó acercarse tanto que la cogió viva con la boca.
Así llegamos a la fría tarde de enero en la que mi padre la halló muerta en la perrera. Y aquí terminaré de contarles historias de la perra, que me ha venido a la mente en estos días de vísperas. Al fin y al cabo, seguro que ustedes tienen anécdotas y perros mucho mejores. Me encantaría conocer esas historias.

martes, octubre 03, 2006

Un ejemplo en Gilena

Los censos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía auguran un año excelente de perdices. Uno de los mejores en la última década. Mi particular demoscopia, o sea las frecuentes salidas al campo desde la pasada primavera y el constraste de opiniones con amigos cazadores y agricultores, coincide con esta apreciación, aunque las condiciones del coto de Gilena son especiales, porque el año pasado la perdiz no se tocó. La puñetera sequía.
Pasó lo mismo a finales de los 90 -creo recordar que el 97-, cuando también se dio un año de tregua a la patirroja. Y al año siguiente, que para colmo de bienes fue prolijo en precipitaciones, vivimos la mejor temporada que recuerdo. Pero, lamentablemente, por muy optimistas que sean los censos y por muchos pájaros y muy bien criados que se vean en el campo, este año el agua está por llegar.
Por eso, en Gilena este año se ha decidido retrasar la apertura de la temporada general hasta que no llueva. Un día de caza a casi 30 grados de temperatura con más de doscientas escopetas en el campo puede hacer un daño irreparable a la perdiz. Por muy buenos que sean los censos. Y eso lo deberíamos saber todos los cazadores. Algunos pensarán que se podría abrir sólo para el conejo, y es cierto. Pero desgraciadamente aquí pagamos justos por pecadores y supongo que se prefiere no correr el riesgo de una escabechina por parte de los furtivos enmascarados bajo una licencia de caza a los que les da lo mismo ocho que ochenta.
Por el momento, me dice mi buen amigo Paco, siempre tan atento a las novedades del coto, que se maneja abrir el 23 de octubre. Pero hete aquí el weather.com (http://www.weather.com) no da ni una gota de agua en Sevilla en los próximos diez días. Qué desdicha.
Así que pendientes del cielo andamos los cazadores por estos pagos. Bien concienciados, para que luego digan. Y orgullosos de ser capaces de tomar y admitir estas medidas de las que por desgracia nunca se acaban enterando los ecologistas. Qué se le va a hacer.

domingo, octubre 01, 2006

Estoy de vuelta

No ha sido la desgana sino las vacaciones lo que me ha tenido apartado del blog desde mediados de agosto. El último post coincidía prácticamente con el comienzo de la media veda en Andalucía. Una media veda especial la nuestra, seguramente extraña para muchos, que se limita prácticamente a la caza del conejo. La codorniz aquí es una utopía desde hace muchas décadas, la paloma más o menos igual y a la tórtola le ocurre tres cuartos de lo mismo. A la tórtola común me refiero, esa que hace no muchos años tenía entradas apreciables y que ahora se ve con cuenta gotas, porque ha quedado desplazada por la tórtola turca. Ésta se ha hecho sedentaria y abunda muchísimo, pero su caza está por el momento prohibida en Andalucía.
Como decía, la media veda es la caza del conejo. Para mí, particularmente, con el perro por delante. Viendo cómo trabaja en el campo la Viola, que así se llama la podenca de Juan Antonio, me entran ganas de renegar de los perros de muestra, aunque luego negaré haber dicho esto. La perra sencillamente nos ha traído locos a Paco, a Juan Antonio y a servidor sacando conejos de entre las esparteras. Tantos que hasta perdimos la cuenta. Y, como a la mayoría de ellos ni se les veía correr entre las matas cerradas de esparto, a la perra le dio por cojerlos con la boca y ahorrarnos el trabajo. "Total, para lo que hacen éstos, termino yo la faena", debió de pensar la podenca.
Un sondeo de la opinión pública cazadora a pie de calle en el pueblo recoge un sentir unánime: Este año se han visto más conejos que otros, pero lejos aún de las mejores épocas de finales de los ochenta o principios de los noventa. Después de ver en el campo a la Viola y al Panzi, el bretón de Paco, cómo dan con la caza, la conclusión podría ser que a lo mejor lo que se está perdiendo no es el conejo sino los buenos perros. No sé. Ustedes dirán. El domingo que viene se abre la general, la perdiz. Ésa sí que me gusta. Espero traer buenas noticias.